Nueva Biblia Latinoamericana
Levántense, mujeres perezosas, Y oigan mi voz. Hijas confiadas, Presten oído a mi palabra. (Isaías 32:9)
Dentro de un año y algunos días, Se conturbarán, hijas confiadas, Porque se habrá acabado la vendimia, Y la recolección del fruto no vendrá. (Isaías 32:10)
Tiemblen, mujeres perezosas; Contúrbense, hijas confiadas. Desvístanse, desnúdense, y cíñanse cilicio en la cintura. (Isaías 32:11)
Golpéense el pecho, por los campos agradables, por la vid fructífera,
Por el suelo de mi pueblo donde crecerán espinos y zarzas; Sí, por todas las casas alegres y por la ciudad divertida. (Isaías 32:13)
Porque el palacio ha sido abandonado, hecha un desierto la populosa ciudad. Colina y atalaya se han convertido en cuevas para siempre, Un deleite para asnos monteses, un pasto para rebaños; (Isaías 32:14)
Hasta que se derrame sobre nosotros el Espíritu desde lo alto, El desierto se convierta en campo fértil Y el campo fértil sea considerado como bosque. (Isaías 32:15)

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Isaías 32:12 - Referencia Cruzada

Porque el SEÑOR tu Dios te trae a una tierra buena, a una tierra de corrientes de aguas, de fuentes y manantiales que fluyen por valles y colinas; (Deuteronomio 8:7)
Aquel día les juré que los sacaría de la tierra de Egipto a una tierra que Yo había escogido para ellos, que mana leche y miel y que es la más hermosa de todas las tierras. (Ezequiel 20:6)
sino que la tierra a la cual entran para poseerla, tierra de montes y valles, bebe el agua de las lluvias del cielo. (Deuteronomio 11:11)
También les juré en el desierto que no los llevaría a la tierra que les había dado, que mana leche y miel y que es la más hermosa de todas las tierras, (Ezequiel 20:15)
Aun los chacales dan las ubres, Dan de mamar a sus crías; Pero la hija de mi pueblo (Jerusalén) se ha vuelto cruel Como los avestruces en el desierto. (Lamentaciones 4:3)
Está decretado: La reina es despojada y deportada, Y sus sirvientas gimen como palomas, Golpeándose el pecho. (Nahúm 2:7)
Mis ojos se consumen por las lágrimas, Hierven mis entrañas; Mi hiel se derrama por tierra, A causa de la destrucción de la hija de mi pueblo (Jerusalén), Cuando niños y lactantes desfallecen En las calles de la ciudad. (Lamentaciones 2:11)