No digas: "Yo pagaré mal por mal;" Espera en el SEÑOR, y El te salvará.
(Proverbios 20:22)
Pesas desiguales son abominación al SEÑOR, Y no está bien usar una balanza falsa.
(Proverbios 20:23)
Por el SEÑOR son ordenados los pasos del hombre, ¿Cómo puede, pues, el hombre entender su camino?
(Proverbios 20:24)
Lazo es para el hombre decir a la ligera: "Es santo," Y después de los votos investigar.
El rey sabio avienta a los impíos, Y hace pasar la rueda de trillar sobre ellos.
(Proverbios 20:26)
Lámpara del SEÑOR es el espíritu del hombre Que escudriña lo más profundo de su ser.
(Proverbios 20:27)
Lealtad y verdad guardan al rey, Y por la justicia sostiene su trono.
(Proverbios 20:28)
Otras publicaciones relacionadas con "Proverbios 20:25":
Proverbios 20:25 - Referencia Cruzada
La boca del necio es su ruina, Y sus labios una trampa para su alma.
(Proverbios 18:7)
Así pues, todo el diezmo de la tierra, de la semilla de la tierra o del fruto del árbol, es del SEÑOR; es cosa consagrada al SEÑOR.
(Levítico 27:30)
También han oído que se dijo a los antepasados: 'NO JURARAS FALSAMENTE, SINO QUE CUMPLIRAS TUS JURAMENTOS AL SEÑOR.'
(Mateo 5:33)
Si alguien comete una falta y peca inadvertidamente en las cosas sagradas del SEÑOR, traerá su ofrenda por la culpa al SEÑOR: un carnero sin defecto del rebaño, conforme a tu valuación en siclos de plata (un siclo equivale 11.4 gramos), según el siclo del santuario, como ofrenda por la culpa.
(Levítico 5:15)
Si es un animal de los que se pueden presentar como ofrenda al SEÑOR, cualquiera de los tales que uno dé al SEÑOR, será sagrado.
(Levítico 27:9)
Cuando haces un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque El no se deleita en los necios. El voto que haces, cúmplelo.
(Eclesiastés 5:4)
¿Robará el hombre a Dios? Pues ustedes Me están robando. Pero dicen: '¿En qué Te hemos robado?' En los diezmos y en las ofrendas.
(Malaquías 3:8)
Si un hombre hace un voto al SEÑOR, o hace un juramento para imponerse una obligación, no faltará a su palabra; hará conforme a todo lo que salga de su boca.
(Números 30:2)
Ningún extraño comerá cosa sagrada; ni huésped del sacerdote, ni jornalero comerán cosa sagrada.
(Levítico 22:10)