¡Sea para siempre la gloria del SEÑOR! ¡Alégrese el SEÑOR en sus obras! (Salmos 104:31)

El mira a la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean. (Salmos 104:32)

Al SEÑOR cantaré mientras yo viva; Cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista. (Salmos 104:33)

Séale agradable mi meditación; Yo me alegraré en el SEÑOR.

Sean consumidos de la tierra los pecadores, Y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, al SEÑOR. ¡Aleluya! (Salmos 104:35)

Den gracias al SEÑOR, invoquen Su nombre; Den a conocer Sus obras entre los pueblos. (Salmos 105:1)

Cántenle, cántenle; Hablen de todas Sus maravillas. (Salmos 105:2)

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Salmos 104:34 - Referencia Cruzada

Debes saber que así es la sabiduría para tu alma; Si la hallas, entonces habrá un futuro, Y tu esperanza no será cortada. (Proverbios 24:14)

Mi alma guarda Tus testimonios, Y en gran manera los amo. (Salmos 119:167)

Meditaré en Tus preceptos, Y consideraré Tus caminos. (Salmos 119:15)

¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, Tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! (Salmos 139:17)

Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense! (Filipenses 4:4)

Sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, Y en Su ley medita de día y de noche! (Salmos 1:2)

Aunque la higuera no eche brotes, Ni haya fruto en las viñas; Aunque falte el producto del olivo, Y los campos no produzcan alimento; Aunque falten las ovejas del redil, Y no haya vacas en los establos, (Habacuc 3:17)

Meditaré en toda Tu obra, Y reflexionaré en Tus hechos. (Salmos 77:12)

Alégrense en el SEÑOR y regocíjense, justos; Den voces de júbilo todos ustedes, los rectos de corazón. (Salmos 32:11)

En Ti me alegraré y me regocijaré; Cantaré alabanzas a Tu nombre, oh Altísimo. (Salmos 9:2)

Por tanto, amo Tus mandamientos Más que el oro, sí, más que el oro fino. (Salmos 119:127)

Tus testimonios he tomado como herencia para siempre, Porque son el gozo de mi corazón. (Salmos 119:111)

Como con médula y grasa está saciada mi alma; Y con labios jubilosos Te alaba mi boca. (Salmos 63:5)

Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. (Lucas 1:47)