Tres pasos - arrepentimiento, bautismo, y recibir el Espiritu Santo
Dr. Roberto Miranda(Audio: Español)
RESUMEN:
En este sermón del Apóstol Pedro en el día de Pentecostés, vemos cómo se cumple la profecía de Joel sobre el derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne. Pedro aprovecha la oportunidad para aclarar a la gente que no están borrachos, sino que tienen la llenura del Espíritu Santo. También dirige la mirada de la gente hacia Jesús y les recuerda que todos somos pecadores y necesitamos a Cristo como Señor y salvador. La gente se compungió de corazón y preguntó qué hacer, lo que muestra la importancia de siempre estar dispuestos a ajustar nuestras vidas a la palabra de Dios.
En este sermón, se habla de tres elementos esenciales en la experiencia de conversión de un creyente: arrepentimiento, bautismo en agua y recibir el don del Espíritu Santo. El arrepentimiento implica un cambio de mentalidad y una renovación constante de nuestra forma de pensar, mientras que el bautismo es un acto simbólico de morir al mundo y resucitar en Cristo. Finalmente, el don del Espíritu Santo es una unción especial que nos capacita para servir al Señor, vivir una vida victoriosa y superar las pruebas y dificultades. Se anima a los creyentes a buscar la activación de la unción del Espíritu Santo en sus vidas y a vivir una vida pentecostal, dependiendo de la gasolina que Dios ha puesto dentro de ellos.
Dios quiere que los cristianos aviven el fuego del don que está dentro de ellos y dependan de la unción del Espíritu en lugar de su propia fuerza. Dios les da poder y autoridad para vivir una vida pentecostal y ser guerreros espirituales. Él quiere que se quiten el manto del pasado y asuman las vestiduras nuevas que Él les ha dado, caminando como hijos de un rey y no como mendigos. Dios tiene grandes propósitos y planes para sus vidas y los llama a arrepentirse y cambiar de dirección hacia su propósito.Vamos al Capítulo 2, versículo 36, el sermón del Apóstol Pedro, el día de Pentecostés. Dice el Apóstol Pedro:
“… Sepa pues, ciertísimamente toda la casa de Israel que a este que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis le ha hecho Señor y Cristo. Y al oír esto, dice el 37, se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: varones hermanos, qué haremos? Y Pedro les dijo: arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo, porque para vosotros es la promesa y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para cuántos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo: sed salvos de esta perversa generación…”