Hágase tu voluntad
Dr. Roberto MirandaEl Señor Jesucristo sabía de lo que estaba hablando cuando les instruyó a sus discípulos a siempre orar "hágase tu voluntad". Toda su vida fue una expresión de una voluntad totalmente sometida a la voluntad mayor del Padre. En una ocasión declaró gráficamente: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34). La identidad total de Jesús estaba sumida en su sujeción absoluta a la voluntad del Padre. Su venida al mundo había sido en obediencia al deseo de Dios de que él sirviera como un sacrificio santo para la redención del mundo.
Cuando llegó el momento de subir a la cruz, el Señor experimentó la angustia más profunda y embargadora que se pueda imaginar. El sabía que al obedecer la voluntad de Dios, tendría que ingerir el trago más amargo que nadie hubiera ingerido jamás. Sin embargo, luego de pedirle al Padre que lo eximiera de ese trago tan amargo, declaró: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).