Mientras fijamos nuestra mirada en Dios, estaremos en Su luz
Fanny RodríguezPor muchos años he enseñado en las clases de Estudios Sociales acerca de los planetas sus órbitas y su relación con el Sol. Usualmente los estudiantes dramatizan para entender estos conceptos. Este año el Espíritu Santo me inquietó, mientras le pedía a un estudiante (el Sol) que se estuviera en un solo lugar mientras otro estudiante (la Tierra) se movía a su alrededor para ejemplificar el movimiento de traslación del planeta. Entonces el estudiante que giraba alrededor del sol, tuvo que hacer otro movimiento alrededor de su eje para mostrar la rotación de la tierra.
Cuando les explicaba que el movimiento de rotación es el que permite el día y la noche el Espíritu me recordó la posición de Dios. Cuando nosotros le permitimos El está en el centro de nuestra vida y si mantenemos nuestra mirada fija en El, estaremos en su luz, será día. Aunque no lo veamos porque las nubes de la tormenta oscurecen el panorama, estaremos en su luz. De la misma manera que en días nublados no vemos el sol pero está ahí en su lugar y es de día. Ahora, si quitamos nuestra mirada de El o le damos la espalda, definitivamente llegará la oscuridad total a nuestra vida.
Han sido muchas las ocasiones en las que he tomado decisiones equivocadas y después estando en un aprieto por esa mala decisión, entonces he clamado a Dios para que me diera una salida. Gracias a Dios, El es misericordioso (“¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.” Salmos 36:7), su gracia es infinita y me libra de esas situaciones. Por lo tanto he aprendido la lección y consulto a Dios aún en situaciones pequeñas, lo maravilloso es sentir la confirmación del Espíritu Santo o en ocasiones la incomodidad del Espíritu Santo que me insta a cambiar el rumbo.
Señor te doy gracias por enseñarme que Tu no cambias que aún en mis debilidades y pecados tus brazos están dispuestos a recibirme, limpiarme y sobretodo amarme. Permite que siga aprendiendo a caminar a diario contigo y reconocer que aún en momentos de dificultad tu sigues en el mismo lugar, atento a mis necesidades y dispuesto a librarme.