¿Estás tratando de negociar con Dios?
Faustino de Jesús Zamora VargasEn momentos de desesperanzas, cuando la prueba hace entrada triunfal en nuestra existencia, clamamos desesperadamente a Dios, suplicamos sus bendiciones, su intervención divina para la solución del problema que estamos atravesando, nos arrodillamos, y hasta le hacemos promesas a cambio de sus favores como si Dios fuera un hombre de negocios, un Dios que condiciona sus bendiciones a lo que podamos ofrecerle o suplicarle. A los ojos de nuestro creador, nada de lo que hagamos o digamos podría satisfacer las expectativas de un Dios santo que nos ofrece misericordia y sobre todo gracia infinita aunque no la merezcamos. Para experimentar una vida de victoria en Cristo, no es necesario que sentemos a nuestro Dios en el banco del trueque, del intercambio. Si tú me das esto, yo te doy esto otro. Si tú me concedes lo que te estoy pidiendo, yo entonces voy a tratar de cumplir con mis obligaciones y deberes cristianos.
Muchas de las frustraciones que vienen a la vida del creyente, se basan en su desmedida incredulidad y aunque parezca una paradoja, aun siendo creyentes, a veces nos comportamos como incrédulos porque no confiamos en la providencia de Dios. Hay algunas verdades que el creyente debe saber si quiere vivir en victoria en Cristo: