Después volvieron los mensajeros y dijeron: "Así dice Ben Adad: 'Por cierto que envié a decirte: "Me darás tu plata, tu oro, tus mujeres y tus hijos."
(1 Reyes 20:5)
Pero mañana como a esta hora te enviaré mis siervos, y registrarán tu casa y las casas de tus siervos; y todo lo que sea agradable a tus ojos lo tomarán en su mano y se lo llevarán.'"
(1 Reyes 20:6)
El rey de Israel llamó a todos los ancianos del país, y les dijo: "Miren cómo éste sólo busca hacer daño; pues él envió a pedir me mis mujeres, mis hijos, mi plata y mi oro, y no se los negué."
(1 Reyes 20:7)
Y todos los ancianos y todo el pueblo le dijeron: "No escuche ni consienta."
Entonces él respondió a los mensajeros de Ben Adad: "Digan a mi señor el rey: 'Haré todo lo que mandaste a tu siervo la primera vez, pero esto otro no lo puedo hacer.'" Se fueron los mensajeros y le llevaron la respuesta.
(1 Reyes 20:9)
Y Ben Adad envió a decirle: "Así me hagan los dioses y aun me añadan, si el polvo de Samaria bastará para llenar las manos de todo el pueblo que me sigue."
(1 Reyes 20:10)
Respondió el rey de Israel: "Díganle: 'No se jacte el que se pone las armas como el que se las quita.'"
(1 Reyes 20:11)
