Nueva Biblia Latinoamericana
Y cuando llegó el Cusita, dijo: "Reciba mi señor el rey buenas noticias, porque el SEÑOR lo ha librado hoy de la mano de todos aquéllos que se levantaron contra usted." (2 Samuel 18:31)
Dijo el rey al Cusita: "¿Le va bien al joven Absalón?" Y el Cusita respondió: "Sean como ese joven los enemigos de mi señor el rey, y todos los que se levantan contra usted para mal." (2 Samuel 18:32)
El rey se conmovió profundamente, y subió al aposento que había encima de la puerta y lloró. Y decía así mientras caminaba: "¡Hijo mío Absalón; hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera haber muerto yo en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!" (2 Samuel 18:33)
Entonces dieron aviso a Joab: El rey está llorando y se lamenta por Absalón.
Y la victoria (la salvación) aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, porque el pueblo oyó decir aquel día: "El rey está entristecido por su hijo." (2 Samuel 19:2)
Aquel día el pueblo entró calladamente en la ciudad, como pueblo que humillado, entra a escondidas cuando huye de la batalla. (2 Samuel 19:3)
Y el rey con su rostro cubierto, clamaba en alta voz: "¡Oh hijo mío Absalón, oh Absalón, hijo mío, hijo mío!" (2 Samuel 19:4)

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2 Samuel 19:1 - Referencia Cruzada

Respondió el hombre a Joab: "Aunque yo recibiera 1,000 monedas de plata en la mano, no extendería la mano contra el hijo del rey. Porque ante nuestros oídos el rey te ordenó a ti, a Abisai y a Itai: 'Protéjanme al joven Absalón.' (2 Samuel 18:12)
Pero Joab le dijo: "Tú no eres el hombre para llevar hoy las noticias; las llevarás otro día. No llevarás noticias hoy, porque el hijo del rey ha muerto." (2 Samuel 18:20)
Respondió Joab: "No malgastaré mi tiempo aquí contigo." Y tomando tres dardos en la mano, los clavó en el corazón de Absalón mientras todavía estaba vivo en medio de la encina. (2 Samuel 18:14)
Y el rey David mandó a Joab, a Abisai y a Itai y dijo: "Por amor a mí traten bien al joven Absalón." Y todo el pueblo oyó cuando el rey dio orden a todos los capitanes acerca de Absalón. (2 Samuel 18:5)
El rey se conmovió profundamente, y subió al aposento que había encima de la puerta y lloró. Y decía así mientras caminaba: "¡Hijo mío Absalón; hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera haber muerto yo en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!" (2 Samuel 18:33)
El hijo necio es pesadumbre de su padre Y amargura para la que lo dio a luz. (Proverbios 17:25)