Nueva Biblia Latinoamericana
Los ancianos de su casa se pusieron a su lado para levantarlo del suelo, pero él no quiso, y no comió con ellos. (2 Samuel 12:17)
Sucedió que al séptimo día el niño murió. Los siervos de David temían informarle que el niño había muerto, pues se decían: "Si cuando el niño todavía estaba vivo, le hablábamos y no nos escuchaba, ¿cómo, pues, vamos a decirle que el niño ha muerto? Puede hacerse daño." (2 Samuel 12:18)
Pero viendo David que sus siervos susurraban entre sí, comprendió que el niño había muerto, y dijo a sus siervos: "¿Ha muerto el niño?" "Ha muerto," respondieron ellos. (2 Samuel 12:19)
Entonces David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de ropa; entró en la casa del SEÑOR y adoró. Después vino a su casa y cuando pidió, le pusieron comida delante y comió.
Así que sus siervos le dijeron: "¿Qué es esto que ha hecho? Mientras el niño vivía, usted ayunaba y lloraba, pero cuando el niño murió, se levantó y comió pan." (2 Samuel 12:21)
Y él respondió: "Mientras el niño aún vivía, yo ayunaba y lloraba, pues me decía: '¿Quién sabe si el SEÑOR tendrá compasión de mí y el niño viva?' (2 Samuel 12:22)
Pero ahora que ha muerto, ¿por qué he de ayunar? ¿Podré hacer que vuelva? Yo iré a él, pero él no volverá a mí." (2 Samuel 12:23)

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2 Samuel 12:20 - Referencia Cruzada

Entonces el rey David entró y se sentó delante del SEÑOR y dijo: "¿Quién soy yo, oh Señor DIOS, y qué es mi casa para que me hayas traído hasta aquí? (2 Samuel 7:18)
Entonces Job se levantó, rasgó su manto, se rasuró la cabeza, y postrándose en tierra, adoró, (Job 1:20)
Metieron el arca del SEÑOR y la colocaron en su lugar dentro de la tienda que David había levantado para ella, y David ofreció holocaustos y ofrendas de paz delante del SEÑOR. (2 Samuel 6:17)
Lávate, pues, perfúmate y ponte tu mejor vestido y baja a la era; pero no te des a conocer al hombre hasta que haya acabado de comer y beber. (Rut 3:3)
Pero él le dijo: "Hablas como habla cualquier mujer necia. ¿Aceptaremos el bien de Dios pero no aceptaremos el mal?" En todo esto Job no pecó con sus labios. (Job 2:10)
En todo tiempo sean blancas tus ropas, Y que no falte ungüento sobre tu cabeza. (Eclesiastés 9:8)
Mudo me he quedado, no abro la boca, Porque Tú eres el que ha obrado. (Salmos 39:9)
¿Por qué ha de quejarse el ser viviente? ¡Sea valiente frente a sus pecados! (Lamentaciones 3:39)
Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, (Mateo 6:17)