Josué incendió la ciudad de Hai y la convirtió en un montón de ruinas para siempre, en una desolación hasta el día de hoy.
(Josué 8:28)También colgó al rey de Hai en un árbol hasta la tarde. A la puesta del sol Josué dio orden que bajaran su cadáver del árbol. Lo arrojaron a la entrada de la puerta de la ciudad y levantaron sobre él un gran montón de piedras que permanece hasta el día de hoy.
(Josué 8:29)Entonces Josué edificó un altar al SEÑOR, Dios de Israel, en el Monte Ebal,
(Josué 8:30)tal como Moisés, siervo del SEÑOR, había ordenado a los Israelitas, como está escrito en el Libro de la Ley de Moisés, un altar de piedras sin labrar, sobre las cuales nadie había alzado herramienta de hierro. Sobre él ofrecieron holocaustos al SEÑOR y sacrificaron ofrendas de paz.
Allí, sobre las piedras, Josué escribió una copia de la ley que Moisés había escrito, en presencia de los Israelitas.
(Josué 8:32)Todo Israel, con sus ancianos, oficiales y jueces, estaba de pie a ambos lados del arca, delante de los sacerdotes Levitas que llevaban el arca del pacto del SEÑOR, tanto el extranjero como el nativo. La mitad de ellos estaba frente al Monte Gerizim, y la otra mitad frente al Monte Ebal, tal como Moisés, siervo del SEÑOR, había ordenado la primera vez, para que bendijeran al pueblo de Israel.
(Josué 8:33)Después Josué leyó todas las palabras de la ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el Libro de la Ley.
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Josué 8:31 - Referencia Cruzada
Y envió jóvenes Israelitas, que ofrecieron holocaustos y sacrificaron novillos como ofrendas de paz al SEÑOR.
(Éxodo 24:5)Este Libro de la Ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito. Porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito.
(Josué 1:8)Elías tomó doce piedras conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien había venido la palabra del SEÑOR, diciendo: "Israel será tu nombre."
(1 Reyes 18:31)Después Josué leyó todas las palabras de la ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el Libro de la Ley.
(Josué 8:34)Pero a los hijos de los asesinos no les dio muerte, conforme a lo que está escrito en el Libro de la Ley de Moisés, tal como el SEÑOR ordenó, diciendo: "No se dará muerte a los padres por causa de los hijos, ni se dará muerte a los hijos por causa de los padres, sino que a cada uno se le dará muerte por su propio pecado."
(2 Reyes 14:6)Y Jetro, suegro de Moisés, tomó un holocausto y sacrificios para Dios, y Aarón vino con todos los ancianos de Israel a comer con el suegro de Moisés delante de Dios.
(Éxodo 18:12)Entonces quitaron los holocaustos para dárselos a las secciones de las casas paternas de los hijos del pueblo, para que los presentaran al SEÑOR, como está escrito en el Libro de Moisés. Hicieron esto también con los bueyes.
(2 Crónicas 35:12)Además, edificarás allí un altar al SEÑOR tu Dios, un altar de piedras; pero no alzarás sobre ellas herramientas de hierro.
(Deuteronomio 27:5)Entonces asignaron a los sacerdotes en sus secciones y a los Levitas en sus clases para el servicio de Dios en Jerusalén, como está escrito en el Libro de Moisés.
(Esdras 6:18)Entonces el sumo sacerdote Hilcías dijo al escriba Safán: "He hallado el Libro de la Ley en la casa del SEÑOR." E Hilcías dio el libro a Safán, y éste lo leyó.
(2 Reyes 22:8)Harás un altar de tierra para Mí, y sobre él sacrificarás tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus bueyes. En todo lugar donde Yo haga recordar Mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.
(Éxodo 20:24)Pero a sus hijos no les dio muerte, sino que hizo conforme a lo que está escrito en la ley en el Libro de Moisés, tal como el SEÑOR ordenó: "No se dará muerte a los padres por culpa de los hijos, ni se dará muerte a los hijos por culpa de los padres, sino que a cada uno se le dará muerte por su propio pecado."
(2 Crónicas 25:4)Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo; ¿cómo puede entonces mantenerse en pie su reino?
(Mateo 12:26)Aquel día leyeron del Libro de Moisés a oídos del pueblo; y se encontró escrito en él que los Amonitas y los Moabitas no debían entrar jamás en la asamblea de Dios,
(Nehemías 13:1)