Nueva Biblia Latinoamericana
El primer ¡ay! ha pasado; pero aún vienen dos ayes después de estas cosas. (Apocalipsis 9:12)
El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz que salía de los cuatro cuernos del altar de oro que está delante de Dios, (Apocalipsis 9:13)
y decía al sexto ángel que tenía la trompeta: "Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran Río Eufrates." (Apocalipsis 9:14)
Y fueron desatados los cuatro ángeles que habían sido preparados para la hora, el día, el mes, y el año, para matar a la tercera parte de la humanidad.
El número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones; yo escuché su número. (Apocalipsis 9:16)
Así es como vi en la visión los caballos y a los que los montaban: los jinetes tenían corazas color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de sus bocas salía fuego, humo, y azufre. (Apocalipsis 9:17)
La tercera parte de la humanidad fue muerta por estas tres plagas: por el fuego, el humo, y el azufre que salían de sus bocas. (Apocalipsis 9:18)

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Apocalipsis 9:15 - Referencia Cruzada

No se les permitió matar a nadie, sino atormentarlos por cinco meses. Su tormento era como el tormento de un escorpión cuando pica al hombre. (Apocalipsis 9:5)
El primero tocó la trompeta, y vino granizo y fuego mezclados con sangre, y fueron arrojados a la tierra. Se quemó la tercera parte de la tierra, la tercera parte de los árboles y toda hierba verde. (Apocalipsis 8:7)
El nombre de la estrella es Ajenjo. La tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y muchos hombres murieron por causa de las aguas, porque se habían vuelto amargas. (Apocalipsis 8:11)
Y murió la tercera parte de los seres que estaban en el mar y que tenían vida. Y la tercera parte de los barcos fue destruida. (Apocalipsis 8:9)
La tercera parte de la humanidad fue muerta por estas tres plagas: por el fuego, el humo, y el azufre que salían de sus bocas. (Apocalipsis 9:18)
Tienen colas parecidas a escorpiones, y aguijones. En sus colas está su poder para hacer daño a los hombres por cinco meses. (Apocalipsis 9:10)