pero ningún hombre puede domar la lengua. Es un mal turbulento y lleno de veneno mortal.
(Santiago 3:8)Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios.
(Santiago 3:9)De la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
(Santiago 3:10)¿Acaso una fuente echa agua dulce y amarga por la misma abertura?
¿Acaso, hermanos míos, puede una higuera producir aceitunas, o una vid higos? Tampoco la fuente de agua salada puede producir agua dulce.
(Santiago 3:12)¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que muestre por su buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.
(Santiago 3:13)Pero si tienen celos amargos y ambición personal en su corazón, no sean arrogantes y mientan así contra la verdad.
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