Nueva Biblia Latinoamericana
Y por ellos Yo Me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad. (Juan 17:19)
Pero no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en Mí por la palabra de ellos, (Juan 17:20)
para que todos sean uno. Como Tú, oh Padre, estás en Mí y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros, para que el mundo crea que Tú Me enviaste. (Juan 17:21)
La gloria que Me diste les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno:
Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que Tú Me enviaste, y que los amaste tal como Me has amado a Mí. (Juan 17:23)
Padre, quiero que los que Me has dado, estén también conmigo donde Yo estoy, para que vean Mi gloria, la gloria que Me has dado; porque Me has amado desde antes de la fundación del mundo. (Juan 17:24)
Oh Padre justo, aunque el mundo no Te ha conocido, Yo Te he conocido, y éstos han conocido que Tú Me enviaste. (Juan 17:25)

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Samuel Acevedo
No somos de este mundo
Enseñanza sobre la importancia de la oración y cómo Jesús intercede por nosotros, destacando la oración de Jesús en Juan 17 y su autoridad sobre toda carne. También se enfoca en la protección divina y la unidad en Cristo, equipando a los creyentes con recursos celestiales para avanzar el Reino en la Tierra.


Samuel Acevedo
Amarse unos a otros
El mensaje de esta noche se centra en la relación entre dar y el acceso al poder de Dios y la felicidad. El orador señala que las personas más felices y autorrealizadas que ha conocido también son las que mejor aman a los demás. Jesús nos ordena amarnos unos a otros como él nos ha amado. Si obedecemos este mandamiento, tendremos acceso al gozo del Señor en nuestras vidas. Al amar en nombre de Jesús, tenemos autoridad y unción para hacer su obra en el mundo.


Juan 17:22 - Referencia Cruzada

En ese día conocerán que Yo estoy en Mi Padre, y ustedes en Mí y Yo en ustedes. (Juan 14:20)
Si el mundo los odia, sepan que Me ha odiado a Mí antes que a ustedes. (Juan 15:18)
Entonces Jesús llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad (poder) sobre los espíritus inmundos; (Marcus 6:7)
El que guarda Sus mandamientos permanece en El y Dios en él. Y en esto sabemos que El permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado. (1 Juan 3:24)
Padre, quiero que los que Me has dado, estén también conmigo donde Yo estoy, para que vean Mi gloria, la gloria que Me has dado; porque Me has amado desde antes de la fundación del mundo. (Juan 17:24)
Porque a ustedes se les ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en El, sino también sufrir por El, (Filipenses 1:29)
Y estas señales acompañarán a los que han creído: en Mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; (Marcus 16:17)
Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios! (2 Corintios 5:20)
que coman y beban a Mi mesa en Mi reino; y se sentarán en tronos juzgando a las doce tribus de Israel. (Lucas 22:30)
Jesús les dijo otra vez: "Paz a ustedes; como el Padre Me ha enviado, así también Yo los envío." (Juan 20:21)
Esta es una señal evidente del justo juicio de Dios, para que sean considerados dignos del reino de Dios, por el cual en verdad están sufriendo. (2 Tesalonicenses 1:5)
Los apóstoles, pues, salieron de la presencia del Concilio (Sanedrín), regocijándose de que hubieran sido considerados dignos de sufrir afrenta por Su Nombre. (Hechos 5:41)
Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu. (2 Corintios 3:18)
Pero les he escrito con atrevimiento sobre algunas cosas, para así hacer que las recuerden otra vez, por la gracia que me fue dada por Dios, (Romanos 15:15)
Pues de Su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia. (Juan 1:16)
Y como colaboradores con El , también les exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios; (2 Corintios 6:1)
El muro de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos estaban los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. (Apocalipsis 21:14)
Están edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, (Efesios 2:20)
Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que es la iglesia. (Colosenses 1:24)
El Verbo (La Palabra) se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito (único) del Padre, lleno de gracia y de verdad. (Juan 1:14)
Lo que hemos visto y oído les proclamamos también a ustedes, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. En verdad nuestra comunión es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo. (1 Juan 1:3)