Nueva Biblia Latinoamericana
Pero algunos de ellos dijeron: "¿No podía Este, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera?" (Juan 11:37)
Entonces Jesús, de nuevo profundamente conmovido, fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta sobre ella. (Juan 11:38)
Quiten la piedra," dijo Jesús. Marta, hermana del que había muerto, Le dijo: "Señor, ya huele mal, porque hace cuatro días que murió." (Juan 11:39)
Jesús le dijo: "¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?"
Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos, y dijo: "Padre, Te doy gracias porque Me has oído. (Juan 11:41)
Yo sabía que siempre Me oyes; pero Lo dije por causa de la multitud que Me rodea, para que crean que Tú Me has enviado." (Juan 11:42)
Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: "¡Lázaro, sal fuera!" (Juan 11:43)

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Juan 11:40 - Referencia Cruzada

Tu hermano resucitará," le dijo Jesús. (Juan 11:23)
Pues Dios, que dijo: "De las tinieblas resplandecerá la luz," es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo. (2 Corintios 4:6)
Esto dijo Isaías porque vio Su gloria, y habló de El. (Juan 12:41)
Así Te contemplaba en el santuario, Para ver Tu poder y Tu gloria. (Salmos 63:2)
Jesús respondió: "Ni éste pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él. (Juan 9:3)
Como está escrito: "TE HE HECHO PADRE DE MUCHAS NACIONES," delante de Aquél en quien creyó, es decir Dios, que da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como si fueran. (Romanos 4:17)
Se levantaron muy de mañana y salieron al desierto de Tecoa. Cuando salían, Josafat se puso en pie y dijo: "Oiganme, Judá y habitantes de Jerusalén, confíen en el SEÑOR su Dios, y estarán seguros. Confíen en Sus profetas y triunfarán." (2 Crónicas 20:20)
El Verbo (La Palabra) se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito (único) del Padre, lleno de gracia y de verdad. (Juan 1:14)
Sea manifestada Tu obra a Tus siervos, Y Tu majestad a sus hijos, (Salmos 90:16)
Cuando Jesús lo oyó, dijo: "Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella." (Juan 11:4)
Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu. (2 Corintios 3:18)