Nueva Biblia Latinoamericana
Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa y próspero en mi palacio. (Daniel 4:4)
Tuve un sueño que me hizo temblar; y estas fantasías, estando en mi cama, y las visiones de mi mente me aterraron. (Daniel 4:5)
Por lo cual di órdenes que trajeran ante mí a todos los sabios de Babilonia para que me dieran a conocer la interpretación del sueño. (Daniel 4:6)
Entonces vinieron los magos (sacerdotes adivinos), los encantadores, los Caldeos (astrólogos) y los adivinos y les conté el sueño. Pero no pudieron darme su interpretación.
Pero al fin vino ante mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, en quien está el espíritu de los dioses santos, y yo le conté mi sueño: (Daniel 4:8)
Oh Beltsasar, jefe de los magos (sacerdotes adivinos), ya que sé que en ti está el espíritu de los dioses santos y que ningún misterio te confunde, declárame las visiones del sueño que he visto, y su interpretación. (Daniel 4:9)
Y las visiones de mi mente, que vi estando en mi cama, fueron así: Vi un árbol en medio de la tierra, Cuya altura era muy grande. (Daniel 4:10)

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Daniel 4:7 - Referencia Cruzada

Ustedes, pues, no escuchen a sus profetas, a sus adivinos, a sus soñadores, a sus agoreros ni a sus hechiceros que les dicen: 'No servirán al rey de Babilonia.' (Jeremías 27:9)
Hago fallar los pronósticos de los impostores (falsos profetas), Hago necios a los adivinos, Hago retroceder a los sabios, Y convierto en necedad su sabiduría. (Isaías 44:25)
Y así como Janes y Jambres se opusieron a Moisés, de la misma manera éstos también se oponen a la verdad. Son hombres de mente depravada, reprobados en lo que respecta a la fe. (2 Timoteo 3:8)
Respondieron ellos por segunda vez: "Refiera el rey su sueño a sus siervos, y declararemos la interpretación." (Daniel 2:7)
Daniel respondió ante el rey, y dijo: "En cuanto al misterio que el rey quiere saber, no hay sabios, encantadores, magos (sacerdotes adivinos) ni adivinos que puedan declararlo al rey. (Daniel 2:27)
Los Caldeos respondieron al rey: "No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto al rey, puesto que ningún gran rey o gobernante jamás ha pedido cosa semejante a ningún mago (sacerdote adivino), encantador o Caldeo. (Daniel 2:10)
En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, éste tuvo sueños, y se turbó su espíritu y no podía dormir. (Daniel 2:1)
Y por la mañana su espíritu estaba turbado, y mandó llamar a todos los magos (sacerdotes adivinos), y a todos sus sabios de Egipto. Faraón les contó sus sueños, pero no hubo quien se los pudiera interpretar a Faraón. (Génesis 41:8)