Cada uno de ellos tenía cuatro caras, y cuatro alas.
(Ezequiel 1:6)Sus piernas eran rectas, y la planta de sus pies era como la planta de la pezuña del ternero, y brillaban como bronce bruñido.
(Ezequiel 1:7)Bajo sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos humanas. Los cuatro tenían caras y alas.
(Ezequiel 1:8)Sus alas se tocaban una a la otra y sus caras no se volvían cuando andaban. Cada uno iba de frente hacia adelante.
La forma de sus caras era como la cara de un hombre; los cuatro tenían cara de león a la derecha y cara de toro a la izquierda; y los cuatro tenían cara de águila.
(Ezequiel 1:10)Así eran sus caras. Sus alas se extendían por encima; con dos se tocaban entre sí y con dos cubrían su cuerpo.
(Ezequiel 1:11)Cada uno iba de frente hacia adelante; adondequiera que iba el espíritu, iban ellos, sin volverse cuando andaban.
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Ezequiel 1:9 - Referencia Cruzada
Miren tus ojos hacia adelante, Y que tu mirada se fije en lo que está frente a ti.
(Proverbios 4:25)Cuando andaban, se movían en las cuatro direcciones, sin volverse cuando andaban, sino que seguían la dirección en que ponían el rostro, sin volverse cuando andaban.
(Ezequiel 10:11)Pero Jesús le dijo: "Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios."
(Lucas 9:62)Les ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos se pongan de acuerdo (que hablen lo mismo), y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén enteramente unidos en un mismo sentir (de una misma mente) y en un mismo parecer.
(1 Corintios 1:10)En cuanto a la forma de sus caras, eran las mismas caras cuya apariencia yo había visto junto al río Quebar. Cada uno caminaba derecho hacia adelante.
(Ezequiel 10:22)Y las alas de los dos querubines medían 9 metros; el ala de uno, de 2.25 metros, tocaba la pared de la casa, y su otra ala, de 2.25 metros, tocaba el ala del otro querubín.
(2 Crónicas 3:11)Así eran sus caras. Sus alas se extendían por encima; con dos se tocaban entre sí y con dos cubrían su cuerpo.
(Ezequiel 1:11)Sucedió que cuando se cumplían los días de Su ascensión, Jesús, con determinación, afirmó Su rostro para ir a Jerusalén.
(Lucas 9:51)