Nueva Biblia Latinoamericana
Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "La ancha muralla de Babilonia será totalmente arrasada, Y sus altas puertas quemadas; Los pueblos habrán trabajado en vano, Y las naciones sólo para el fuego se habrán fatigado." (Jeremías 51:58)
Mensaje que el profeta Jeremías mandó a Seraías, hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando fue con Sedequías, rey de Judá, a Babilonia en el año cuarto de su reinado. (Seraías era jefe de abastecimientos.) (Jeremías 51:59)
Escribió, pues, Jeremías en un solo rollo toda la calamidad que había de venir sobre Babilonia, es decir, todas estas palabras que han sido escritas acerca de Babilonia. (Jeremías 51:60)
Entonces Jeremías dijo a Seraías: "Tan pronto llegues a Babilonia, lee en voz alta todas estas palabras,
y di: 'Oh SEÑOR, Tú has hablado acerca de este lugar, de destruirlo hasta que no quede morador en ella, ya sea hombre o animal, sino que desolación eterna será.' (Jeremías 51:62)
Y tan pronto termines de leer este rollo, le atarás una piedra y lo arrojarás en medio del Eufrates, (Jeremías 51:63)
y dirás: 'Así se hundirá Babilonia y no se levantará más, por la calamidad que traeré sobre ella; extenuados sucumbirán .'" Hasta aquí las palabras de Jeremías. (Jeremías 51:64)

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Jeremías 51:61 - Referencia Cruzada

Les encargo solemnemente por el Señor que se lea esta carta a todos los hermanos. (1 Tesalonicenses 5:27)
Cuando Jesús salió del templo, y se iba, se acercaron Sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. (Mateo 24:1)
Cuando esta carta se haya leído entre ustedes, háganla leer también en la iglesia de los Laodicenses. Ustedes, por su parte, lean la carta que viene de Laodicea. (Colosenses 4:16)
Por tanto, confórtense (aliéntense) unos a otros con estas palabras. (1 Tesalonicenses 4:18)
Bienaventurado (Feliz) el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca. (Apocalipsis 1:3)
Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén al resto de los ancianos del destierro, a los sacerdotes, a los profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor había llevado al destierro de Jerusalén a Babilonia. (Jeremías 29:1)
Cuando Jesús salía del templo, uno de Sus discípulos Le dijo: "Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!" (Marcus 13:1)