El hombre sabio es fuerte, Y el hombre de conocimiento aumenta su poder.
(Proverbios 24:5)Porque con dirección sabia harás la guerra, Y en la abundancia de consejeros está la victoria.
(Proverbios 24:6)Muy alta está la sabiduría para el necio, En la puerta de la ciudad no abre su boca.
(Proverbios 24:7)Al que planea hacer el mal, Lo llamarán intrigante.
El tramar necedad es pecado, Y el insolente es abominación a los hombres.
(Proverbios 24:9)Libra a los que son llevados a la muerte, Y retén a los que van con pasos vacilantes a la matanza.
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Proverbios 24:8 - Referencia Cruzada
De ti ha salido El que ha tramado el mal contra el SEÑOR, Un consejero perverso.
(Nahúm 1:11)El tramar necedad es pecado, Y el insolente es abominación a los hombres.
(Proverbios 24:9)Aunque intentaron el mal contra Ti, Y fraguaron una conspiración, No prevalecerán,
(Salmos 21:11)En cuanto al tramposo, sus armas son malignas; Trama designios perversos Para destruir con calumnias a los afligidos, Aun cuando el necesitado hable lo que es justo.
(Isaías 32:7)Así dice el Señor DIOS: "Sucederá en aquel día que pensamientos vendrán a tu mente y concebirás un plan malvado,
(Ezequiel 38:10)El que con perversidad en su corazón, continuamente trama el mal, El que siembra discordia.
(Proverbios 6:14)Un corazón que trama planes perversos, Pies que corren rápidamente hacia el mal,
(Proverbios 6:18)Porque su corazón trama violencia, Y sus labios hablan de hacer mal.
(Proverbios 24:2)¿No se perderán los que traman el mal? Pero misericordia y verdad recibirán los que planean el bien.
(Proverbios 14:22)Pero ella no tiene tal intento, Ni piensa así en su corazón, Sino que su intención es destruir Y exterminar no pocas naciones.
(Isaías 10:7)detractores (calumniadores), aborrecedores (enemigos) de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos (arrogantes), inventores de lo malo, desobedientes (rebeldes) a los padres,
(Romanos 1:30)Dijo además el rey a Simei: "Tú sabes todo el mal que hiciste a mi padre David, que tú reconoces en tu corazón; el SEÑOR, pues, hará recaer tu mal sobre tu propia cabeza.
(1 Reyes 2:44)