Nueva Biblia Latinoamericana
No dejes que mi corazón se incline a nada malo, Para practicar obras impías Con los hombres que hacen iniquidad, Y no me dejes comer de sus manjares. (Salmos 141:4)
Que el justo me hiera con bondad y me reprenda; Es aceite sobre la cabeza; No lo rechace mi cabeza, Pues todavía mi oración es contra sus obras malas. (Salmos 141:5)
Sus jueces son lanzados contra los costados de la peña, Y oyen mis palabras, que son agradables. (Salmos 141:6)
Como cuando se ara y se rompe la tierra, Nuestros huesos han sido esparcidos a la boca del Seol.
Porque mis ojos miran hacia Ti, oh DIOS, Señor; En Ti me refugio, no me desampares. (Salmos 141:8)
Guárdame de las garras de la trampa que me han tendido, Y de los lazos de los que hacen iniquidad. (Salmos 141:9)
Caigan los impíos en sus propias redes, Mientras yo paso a salvo. (Salmos 141:10)

Otras publicaciones relacionadas con "Salmos 141:7":

Charles Spurgeon
Los hombres perversos no ocasionarán nuestra caída
Consejos para mantenerse firme ante hombres malvados y engañosos. Confía en Dios y Él te protegerá.


Charles Spurgeon
Personas favorecidas
En este artículo, Charles Spurgeon reflexiona sobre la importancia de tener un corazón recto para poder disfrutar del favor de Dios y la comunión con Él. El salmista anhela vivir en la presencia de Dios y bendecir siempre su nombre, incluso en momentos difíciles. Spurgeon nos invita a buscar la rectitud y la integridad en todas las cosas para poder disfrutar de la presencia y el favor de Dios.


Salmos 141:7 - Referencia Cruzada

Pero por causa Tuya nos matan cada día; Se nos considera como ovejas para el matadero. (Salmos 44:22)
Sus cadáveres estarán en la calle de la gran ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. (Apocalipsis 11:8)
Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada. Anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados (Hebreos 11:37)
Donde antes no había terror, allí tiemblan de espanto, Porque Dios esparció los huesos del que acampaba contra ti; Tú los avergonzaste, porque Dios los había rechazado. (Salmos 53:5)
De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos, (2 Corintios 1:9)
Entonces el rey dijo a Doeg: "Vuélvete y ataca a los sacerdotes." Y Doeg el Edomita, se volvió y atacó a los sacerdotes, y mató aquel día a ochenta y cinco hombres que vestían el efod de lino. (1 Samuel 22:18)
Tal como está escrito: "POR CAUSA TUYA SOMOS PUESTOS A MUERTE TODO EL DIA; SOMOS CONSIDERADOS COMO OVEJAS PARA EL MATADERO." (Romanos 8:36)