Nueva Biblia Latinoamericana
Pero el monte que cae se desmorona, Y se cambia la roca de su lugar; (Job 14:18)
El agua desgasta las piedras, Sus torrentes se llevan el polvo de la tierra; Así destruyes Tú la esperanza del hombre. (Job 14:19)
Prevaleces para siempre contra él, y se va; Cambias su apariencia, y lo despides. (Job 14:20)
Alcanzan honra sus hijos, pero él no lo sabe; O son humillados, pero él no lo percibe.
Pero su cuerpo le da dolores, Y se lamenta sólo por sí mismo." (Job 14:22)
Entonces Elifaz, el Temanita respondió: (Job 15:1)
¿Debe responder un sabio con hueca sabiduría Y llenarse de viento del este? (Job 15:2)

Otras publicaciones relacionadas con "Job 14:21":

Charles Spurgeon
Los consuelos del Señor
Artículo sobre la promesa de Dios de tener misericordia para con los afligidos y la importancia de adorarle con corazones creyentes.


Fabiana Manzewitsch
La obra extraña del Señor
En este artículo se habla sobre la obra extraña de Dios y cómo Él puede llevarnos a situaciones incómodas para obrar en nosotros. Se destacan dos pasajes bíblicos donde se enfatiza la importancia de la adoración y la sensibilidad a los vientos del Espíritu. El predicador anima a la congregación a buscar la presencia de Dios y estar atentos a Sus nuevas estrategias.


Job 14:21 - Referencia Cruzada

Sí, como una sombra anda el hombre; Ciertamente en vano se afana; Acumula riquezas, y no sabe quién las recogerá. (Salmos 39:6)
Y algunos de tus hijos que saldrán de ti, los que engendrarás, serán llevados y serán oficiales para servir en el palacio del rey de Babilonia.'" (Isaías 39:7)
Al tiempo que moría, las mujeres que estaban junto a ella le dijeron: "No temas, porque has dado a luz un hijo." Ella no respondió ni prestó atención. (1 Samuel 4:20)
Asimismo aborrecí todo el fruto de mi trabajo con que me había afanado bajo el sol, el cual tendré que dejar al hombre que vendrá después de mí. (Eclesiastés 2:18)
Porque Tú eres nuestro Padre, aunque Abraham no nos conoce, Ni nos reconoce Israel. Tú, oh SEÑOR, eres nuestro Padre, Desde la antigüedad Tu nombre es Nuestro Redentor. (Isaías 63:16)
Porque los que viven saben que han de morir, Pero los muertos no saben nada, Ni tienen ya ninguna recompensa, Porque su recuerdo está olvidado. (Eclesiastés 9:5)