A su lado hicieron también reparaciones los Tecoítas, pero sus nobles no apoyaron la obra de sus señores.
(Nehemías 3:5)La Puerta Vieja la repararon Joiada, hijo de Paseah, y Mesulam, hijo de Besodías. Colocaron sus vigas y asentaron sus hojas con sus cerrojos y sus barras.
(Nehemías 3:6)Junto a ellos, Melatías el Gabaonita y Jadón el Meronotita, hombres de Gabaón y de Mizpa, hicieron también reparaciones para la sede oficial del gobernador de la provincia más allá del Río (Eufrates).
(Nehemías 3:7)A su lado hizo reparaciones Uziel, hijo de Harhaía, de los orfebres; y junto a él hizo reparaciones Hananías, uno de los perfumistas. Ellos restauraron a Jerusalén hasta la Muralla Ancha.
Y junto a ellos hizo reparaciones Refaías, hijo de Hur, oficial de la mitad del distrito de Jerusalén.
(Nehemías 3:9)A su lado Jedaías, hijo de Harumaf, hizo reparaciones frente a su casa. Y junto a él hizo reparaciones Hatús, hijo de Hasabnías.
(Nehemías 3:10)Malquías, hijo de Harim, y Hasub, hijo de Pahat Moab, repararon otra sección y la Torre de Hornos.
(Nehemías 3:11)Otras publicaciones relacionadas con "Nehemías 3:8":
Nehemías 3:8 - Referencia Cruzada
El segundo coro marchaba hacia la izquierda, y yo iba tras ellos con la mitad del pueblo por encima de la muralla, pasando por la Torre de los Hornos, hasta la Muralla Ancha,
(Nehemías 12:38)Después de él, Malquías, uno de los orfebres, hizo reparaciones hasta la casa de los sirvientes del templo y de los mercaderes, frente a la Puerta de la Inspección y hasta el aposento alto de la esquina.
(Nehemías 3:31)Y harás con ello el aceite de la santa unción, mezcla de perfume, obra de perfumador. Será aceite de santa unción.
(Éxodo 30:25)José ordenó a sus siervos médicos que embalsamaran a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel.
(Génesis 50:2)Los que derrochan el oro de la bolsa Y pesan la plata en la balanza Pagan a un orfebre para que haga un dios de ello, Se postran y lo adoran.
(Isaías 46:6)Las moscas muertas hacen que el ungüento del perfumista dé mal olor; Un poco de insensatez pesa más que la sabiduría y el honor.
(Eclesiastés 10:1)