Nueva Biblia Latinoamericana
Ahora pues, no dejen que Ezequías los engañe y los extravíe en esta forma. No crean en él, porque ningún dios de ninguna nación ni reino pudo librar a su pueblo de mi mano ni de la mano de mis padres. ¡Cuánto menos los librará de mi mano el Dios de ustedes!'" (2 Crónicas 32:15)
Y los siervos de Senaquerib hablaron aún más contra el SEÑOR Dios y contra su siervo Ezequías. (2 Crónicas 32:16)
También Senaquerib escribió cartas para insultar al SEÑOR, Dios de Israel, y para hablar contra El, en que decía: "Como los dioses de las naciones de las tierras no han librado a sus pueblos de mi mano, así el Dios de Ezequías no librará a Su pueblo de mi mano." (2 Crónicas 32:17)
Proclamaron esto a gran voz en la lengua de Judá al pueblo de Jerusalén que estaba sobre la muralla, para espantarlos y aterrorizarlos, para así poder tomar la ciudad.
Y hablaron del Dios de Jerusalén como de los dioses de los pueblos de la tierra, obra de manos de hombres. (2 Crónicas 32:19)
Pero el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amoz, oraron sobre esto, y clamaron al cielo. (2 Crónicas 32:20)
El SEÑOR envió un ángel que destruyó a todo guerrero valiente, comandante y capitán en el campamento del rey de Asiria. Así regresó avergonzado a su propia tierra. Y cuando entró al templo de su dios, algunos de sus propios hijos lo mataron allí a espada. (2 Crónicas 32:21)

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2 Crónicas 32:18 - Referencia Cruzada

Entonces Eliaquim, hijo de Hilcías, Sebna y Joa dijeron al Rabsaces: "Le rogamos que hable a sus siervos en Arameo, porque nosotros lo entendemos, y no nos hable en la lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre la muralla." (2 Reyes 18:26)
De nuevo el Filisteo dijo: "Hoy desafío a las filas de Israel. Denme un hombre para que luchemos mano a mano." (1 Samuel 17:10)
Entonces David preguntó a los que estaban junto a él: "¿Qué harán por el hombre que mate a este Filisteo y quite el oprobio de Israel? ¿Quién es este Filisteo incircunciso para desafiar a los escuadrones del Dios viviente?" (1 Samuel 17:26)
Porque todos ellos querían atemorizarnos, pensando: "Ellos se desanimarán con la obra y no será hecha." Pero ahora, oh Dios, fortalece mis manos. (Nehemías 6:9)
El Rabsaces se puso en pie, gritó a gran voz en la lengua de Judá: "Escuchen las palabras del gran rey, el rey de Asiria. (Isaías 36:13)