Utilidad al prójimo
Faustino de Jesús Zamora VargasCuatrocientos años antes de nacer nuestro Señor, el famoso poeta y dramaturgo trágico Sófocles de Grecia dijo en cierta ocasión: "la obra humana más bella es la de ser útil al prójimo". Nosotros los cristianos sabemos que llevaba razón, es una afirmación que valida hasta hoy nuestra manera de percibir y actuar en el mundo que nos ha tocado vivir de la mano de nuestro creador. No hay gozo que se asemeje a otro cuando podemos ser útiles al prójimo, al creyente, como hermano o hermana, para edificación y exhortación; al incrédulo para testimonio. El ministerio de Jesús estuvo enfocado hacia esa dirección. Pan al hambriento, sanidad al enfermo, consolación al que lloraba, bendiciones al pobre de espíritu, libertad al cautivo del pecado. El hacedor de maravillas puso sus espaldas para que el mundo descargara en ella sus penas y desventuras. Pero el mundo no le conoció. Todavía hoy, casi dos tercios de la población mundial le ignoran o le desechan.
Ser útil al prójimo tiene que ver con el amor, tiene que ver con el mandamiento supremo que nos dejó Jesús a todos sus discípulos. Veo la utilidad de la virtud cristiana cuando la solidaridad humana se desborda para hacer el bien sin esperar nada a cambio, cuando entendemos la miseria ajena y la hacemos nuestra y, por amor, compartimos los panes y peces de la provisión de Dios para tocar a menos miseria cada uno y hacer llevadera las cargas. La virtud cristiana, entiéndase como justicia e integridad en “aquel que nos trajo a su luz admirable”, es caminar abrazando al débil para que no caiga, circuncidando (cortando de cuajo) nuestro ego interior para brindarnos a los demás.