Tristeza según Dios
Alberto González MuñozJavier tocó desesperado a la puerta de mi casa una tarde. Tras convertirse a Cristo había vivido un tiempo maravilloso de victoria y transformación. Era otra persona y sus hábitos de vida iban cambiando de una manera que él mismo se encontraba maravillado
y muy agradecido a Dios y a la iglesia que le había recibido con tanto amor, a pesar de su pasado un tanto complicado.