La amargura
Alberto González MuñozUna de las mayores tragedias que pueden ocurrir en la vida de alguien es que su corazón se llene de amargura. Cuando nos encerramos en la contemplación exclusiva de nuestros problemas y frustraciones, sin desearlo, inevitablemente levantamos una muralla infranqueable que hace más daño, precisamente, a nosotros mismos.
Lo peor es que nadie está a salvo de posibilidad de amargarse. A diferencia de lo que muchas personas creen, la amargura no depende de las situaciones externas que nos asaltan sino de la actitud con que enfrentemos los eventos disímiles que nos envuelven.