El sacrificio
Milagros García KlibanskyLa vi a lo lejos tirando del carretón, su caminar cansado, su cabeza baja, su andar inseguro, llevaba sobre sí todo el peso del mundo. Mientras se acercaba noté que sus costillas se podían contar, los huesos de la cadera y columna vertebral parecían que iban a romper la piel.
Sentí un dolor increíble en mi pecho y lágrimas afloraron al ver la llaga, enorme, sangrante, que había causado la cuerda con que tiraban de ella.