El primer deber
E. M. BoundsLos hombres que han hecho para Dios una buena obra en el mundo, son los que han estado desde temprano sobre sus rodillas. El que desperdicia lo mejor de la mañana, su oportunidad y frescura, en otras ocupaciones que en buscar a Dios, hará pocos progresos para acercarse a él en el resto del día. Si Dios no ocupa el primer lugar en nuestros esfuerzos y pensamientos por la mañana, ocupará el último lugar en lo restante del día.
Detrás de este levantarse temprano para orar, se encuentra el deseo ardiente que nos impulsa a comunicarnos con Dios. El descuido demostrado por la mañana es indicio de un corazón indiferente. El corazón que se retrasa para buscar a Dios por la mañana ha perdido su agrado en él. David tenía hambre y sed de Dios y por esto lo buscaba temprano, antes del alba. El lecho y el sueño no encadenaban su alma en su afán de buscar a Dios. Cristo ansiaba la comunión con el Padre, y por eso antes de que amaneciera se iba al monte a orar. Los discípulos, cuando despertaban avergonzados por su negligencia, sabían donde encontrarlo. Si recorremos los nombres de los que han conmovido al mundo a favor de las causas piadosas, encontramos que buscaron a Dios muy de mañana.