El precio de la demora
Milagros García KlibanskyLos que no nacimos en un hogar cristiano, traemos un lastre del mundo que no siempre nos es difícil soltar, no siempre llegamos jóvenes o aún solteros, no siempre somos personas que vivimos solas, muchos de nosotros somos miembros de una familia, que, numerosa o no, ha vivido con nosotros las consecuencias de vivir una vida sin Cristo. Cuando Él entra a nuestra vida, comenzamos a ser transformados y la pasión que sentimos en nuestros corazones, se desborda de tal manera que queremos que se convierta en una crecida cuya fuerza arrastre a todos cuantos nos rodean, sin embargo, es en esos momentos que comenzamos a darnos cuenta del precio que vamos a pagar por la demora.
Y entonces tratamos de convencernos de que el tiempo es de Dios y si no llegamos antes hasta sus pies fue porque la voluntad de Dios no lo permitió. Pero…¿Realmente es así?