El desafío de crecer en el Espíritu
Faustino de Jesús Zamora VargasNada ni nadie pueden crecer sin antes haber nacido. Es el ciclo natural de la vida: uno nace, crece, se desarrolla y finalmente muere. En el contexto espiritual sucede de igual manera, sólo que el desarrollo del cristiano depende del Espíritu
y ese Espíritu nos da vida, porque al dar testimonio de Jesús, pasamos de muerte a vida. El crecimiento espiritual puede suceder cuando la experiencia de conversión está anclada en el nuevo nacimiento en Cristo y comenzamos a caminar por sendas que hasta entonces nos eran desconocidas. El camino es Cristo y las sendas son esas pequeñas arterias y derroteros del creyente, que indefectiblemente y a pesar de tropiezos y obstáculos, convergen en aquel que es el Camino. Crecer en Cristo no es una opción. El cristiano que decide permanecer en Cristo y anhela acercarse a su estatura, debe ceñir su vida con el cinturón de la santidad. A la santidad nadie puede aspirar sin el deseo de cada día parecerse más a Cristo. No hay métodos, ni principios, ni normas que rijan el crecimiento del cristiano, sino la obediencia a la palabra de Dios. En la Biblia abundan los ejemplos de hombres y mujeres que se convirtieron en gigantes espirituales por la obra de Dios en sus vidas. Pero nuestro modelo es Jesús.