y una espada traspasará aun tu propia alma, a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones."
(Luke 2:35)Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad muy avanzada, y había vivido con su marido siete años después de su matrimonio,
(Luke 2:36)y después de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Nunca se alejaba del templo, sirviendo noche y día con ayunos y oraciones.
(Luke 2:37)Llegando ella en ese preciso momento, daba gracias a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Habiendo ellos cumplido con todo conforme a la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
(Luke 2:39)Y el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre El.
(Luke 2:40)Los padres de Jesús acostumbraban ir a Jerusalén todos los años a la fiesta de la Pascua.
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Luke 2:38 - Cross Reference
Al instante le fue abierta su boca y suelta su lengua, y comenzó a hablar dando alabanza a Dios.
(Luke 1:64)Simeón tomó al Niño en sus brazos, y bendijo a Dios diciendo:
(Luke 2:28)Bendito sea el Señor, Dios de Israel, Porque nos ha visitado y ha traído redención para Su pueblo,
(Luke 1:68)Había en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él.
(Luke 2:25)el cual no había estado de acuerdo con el plan y el proceder de los demás, que era de Arimatea, ciudad de los Judíos, y que esperaba el reino de Dios.
(Luke 23:51)vino José de Arimatea, miembro prominente del Concilio (Sanedrín), que también esperaba el reino de Dios; y llenándose de valor, entró adonde estaba Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
(Mark 15:43)Pero nosotros esperábamos que El era el que iba a redimir a Israel. Además de todo esto, éste es el tercer día desde que estas cosas acontecieron.
(Luke 24:21)Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.
(Ephesians 1:3)Entonces María dijo: "Mi alma engrandece al Señor,
(Luke 1:46)