Entonces Jacob tomó varas verdes de álamo, de almendro y de plátano, y les sacó tiras blancas de la corteza, descubriendo así lo blanco de las varas.
(Génesis 30:37)
Y colocó las varas que había descortezado delante de los rebaños, en los canales, en los abrevaderos, donde los rebaños venían a beber; y se apareaban cuando venían a beber.
(Génesis 30:38)
Así se apareaban los rebaños junto a las varas, y los rebaños tenían crías rayadas, moteadas y manchadas.
(Génesis 30:39)
Jacob apartó los corderos, y puso los rebaños en dirección a lo rayado y a todo lo negro en el rebaño de Labán, y puso su propio rebaño aparte. No lo puso con el rebaño de Labán.
Además, cada vez que los más robustos del rebaño se apareaban, Jacob ponía las varas a la vista del rebaño en los canales, para que se aparearan frente a las varas.
(Génesis 30:41)
Pero cuando el rebaño era débil, no las ponía, de manera que las crías débiles vinieron a ser de Labán y las robustas de Jacob.
(Génesis 30:42)
Así prosperó el hombre en gran manera, y tuvo grandes rebaños, y siervas y siervos, y camellos y asnos.
(Génesis 30:43)
