Nueva Biblia Latinoamericana
Cuando entres en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da por herencia, tomes posesión de ella y habites en ella, (Deuteronomio 26:1)
tomarás las primicias de todos los frutos del suelo que recojas de la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, y las pondrás en una canasta e irás al lugar que el SEÑOR tu Dios escoja para establecer Su nombre. (Deuteronomio 26:2)
Te presentarás al sacerdote que esté en funciones en esos días y le dirás: 'Declaro hoy al SEÑOR mi Dios que he entrado en la tierra que el SEÑOR juró a nuestros padres que nos daría.' (Deuteronomio 26:3)
Entonces el sacerdote tomará la canasta de tu mano, y la pondrá delante del altar del SEÑOR tu Dios.
Y tú responderás delante del SEÑOR tu Dios: 'Mi padre fue un Arameo errante y descendió a Egipto y residió allí, siendo pocos en número; pero allí llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. (Deuteronomio 26:5)
Pero los Egipcios nos maltrataron y nos afligieron y pusieron sobre nosotros dura servidumbre. (Deuteronomio 26:6)
Entonces clamamos al SEÑOR, el Dios de nuestros padres, y el SEÑOR oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. (Deuteronomio 26:7)

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Deuteronomio 26:4 - Referencia Cruzada

Nosotros tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que sirven en el tabernáculo. (Hebreos 13:10)
Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, (Mateo 5:23)
¡Ciegos! Porque ¿qué es más importante: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? (Mateo 23:19)