El SEÑOR dijo también a Moisés: "Dile a Aarón: 'Toma tu vara y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos, sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de agua, para que se conviertan en sangre. Habrá sangre por toda la tierra de Egipto, tanto en las vasijas de madera como en las de piedra.'"
(Éxodo 7:19)Así lo hicieron Moisés y Aarón, tal como el SEÑOR les había ordenado. Aarón alzó la vara y golpeó las aguas que había en el Nilo ante los ojos de Faraón y de sus siervos, y todas las aguas que había en el Nilo se convirtieron en sangre.
(Éxodo 7:20)Los peces que había en el Nilo murieron y el río se corrompió, de manera que los Egipcios no podían beber agua del Nilo. Había sangre por toda la tierra de Egipto.
(Éxodo 7:21)Pero los magos (sacerdotes adivinos) de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos (ciencias ocultas). El corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho.
Entonces se volvió Faraón y entró en su casa, sin hacer caso tampoco de esto.
(Éxodo 7:23)Todos los Egipcios cavaron en los alrededores del Nilo en busca de agua para beber, porque no podían beber de las aguas del Nilo.
(Éxodo 7:24)Pasaron (Se cumplieron) siete días después que el SEÑOR hirió al Nilo.
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Éxodo 7:22 - Referencia Cruzada
Y así como Janes y Jambres se opusieron a Moisés, de la misma manera éstos también se oponen a la verdad. Son hombres de mente depravada, reprobados en lo que respecta a la fe.
(2 Timoteo 3:8)Entonces Faraón llamó también a los sabios y a los hechiceros, y también ellos, los magos (sacerdotes adivinos) de Egipto, hicieron lo mismo con sus encantamientos (ciencias ocultas).
(Éxodo 7:11)Los magos (sacerdotes adivinos) hicieron lo mismo con sus encantamientos (ciencias ocultas), e hicieron subir ranas sobre la tierra de Egipto.
(Éxodo 8:7)Pero si ellos son profetas, y si la palabra del SEÑOR está con ellos, que supliquen ahora al SEÑOR de los ejércitos para que los utensilios que quedan en la casa del SEÑOR, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén, no sean llevados a Babilonia.
(Jeremías 27:18)