Para Dios todos tenemos pies de barro, pero aún en tal condición podemos ser instrumentos útiles en las manos del Señor. Esta es una de las muchas enseñanzas que extraemos del
libro Pies de Barro del Dr. Roberto Miranda. Somos tan frágiles, tan extremadamente inconsistentes en nuestro andar con Cristo, que en muchas ocasiones, lo bueno que hacemos con la cabeza- llámese oración, piadosos pensamientos para con los demás, las intenciones que nacen de esa buena parte cristiana que hay en todos nosotros-lo desbaratamos con los pies. Nos desmerengamos en una cuarta de tierra. Pero no hay que decepcionarse. El Dios que amamos y que nos ama sabe muy bien que andamos con pies de barro. Los héroes de la fe de Hebreos 11 también, en los grandes momentos de prueba, a pesar de esa fe que les da un crédito irrefutable ante nosotros, caminaron por momentos con pies de barros. Sin embargo, Dios les cuidó y los convirtió en gigantes espirituales para todas las generaciones hasta hoy.
La moraleja es la siguiente: nosotros también, a pesar de nuestros pies de barro, podemos caminar con Cristo y en ese caminar Él puede usarnos para su gloria en el plano espiritual al dar un testimonio de fidelidad a su Palabra y vivir el evangelio sin vergüenza y de manera reactiva, impactando a este mundo perdido tan necesitado de nuevos héroes de la fe. ¿No es acaso un héroe de la fe, el padre piadoso que contra viento y marea se rompe el lomo a diario para proveer a su familia en condiciones infrahumanas confiando sólo en el único Dios dueño de la plata y del oro? ¿No merecen nuestra honra los muchos misioneros cristianos que abandonando toda comodidad decidieron cambiar la Pepsi Cola por la única agua que quita la sed de este mundo, que es la Palabra de Dios y ofrecerla a quienes la necesitan? ¿No son ellos también héroes de la fe? Yo creo que sí. Los ejemplos abundarían. Pero hay hombres que más que tener los pies de barro, tienen alma de Pepsi Cola y esos nunca podrán ser héroes de la fe para una buena parte de la cristiandad de hoy.
Entre los héroes de la fe con pies de barro que más me conmueve de la Biblia está la prostituta Rahab (Hebreos 11:31), (Josué 2:1-24). Su fe en Dios al ocultar a los espías enviados por Josué para explorar la ciudad de Jericó, le valió más tarde para ser contada en la línea de descendencia de nuestro Señor Jesucristo. Su afirmación: “Yo sé que el Señor y Dios es Dios de dioses tanto en el cielo como en la tierra”. (Josué 2:11) hace que Santiago en su carta la cite como un ejemplo de alguien que hace lo que es bueno como consecuencia de su fe. Sus pies de barro se afincaron en la torre fuerte y su hermoso testimonio brilla hasta el día de hoy.
El Señor nos conoce bien, sabe de nuestras cojeras espirituales y del barro exterior con que nos embadurnamos la planta de los pies para intentar dejar huellas que provienen de un ego empedernido y que suele derribarnos en no pocas contiendas espirituales contra el príncipe de las tinieblas Ahora bien, los pies pueden continuar siendo de barro y aun todo lo demás, menos el alma, la envoltura inmaterial de un corazón humillado que ame al Señor y anhela servirle. El Señor espera por ti, por nosotros, hombres y mujeres con pies de barro que encontramos una poderosa Roca donde asentarlos para siempre y hasta la eternidad. Desde que pienso en ese encuentro con el Maestro, mis jornadas son más fructíferas porque pienso menos en mis pies y más en el camino y mucho, mucho más en aquél que me guía y da fuerzas. Mis pies de barro siguen siendo como los tuyos, propensos siempre a tropezar y a veces mirando para atrás como la mujer de Lot, convirtiéndome por momentos en estatua de sal. Pero hay un Señor, que es nuestro, que con pies de barro y todo, hace también el milagro diario de volvernos a levantar ¡Dios te bendiga!