La inseguridad puede conducir al error (Parte 1)
Dr. Roberto Miranda¿Cuántas veces los creyentes, cuando nos reunimos socialmente con los incrédulos, sentimos la obligación de probar que somos tan sociables, alegres o audaces como ellos, o que no somos estereotípicos evangélicos almidonados? Frecuentemente, por medio de esa actitud revelamos nuestra inseguridad acerca de cómo somos percibidos por los de afuera, así como nuestra necesidad compulsiva de aprobación de parte de los demás.
Evidentemente, ese tipo de inseguridad era un tema recurrente en la psiquis del rey Josafat. Esa debilidad personal lo inclinaba a tomar decisiones arriesgadas y en última instancia contraproducentes. En una ocasión, Joram de Israel, un rey impío y uno de los sucesores del rey Acab, invitó a Josafat a participar con él en una campaña militar contra el reino de Moab. Interesantemente, la respuesta de Josafat es inmediata, y muy parecida a la que le había dado a Acab años atrás cuando este lo invitó a la campaña contra Ramot de Galaad: “Iré, porque yo soy como tú; mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como los tuyos” (2 Reyes 3:7). Es obvio que había en Josafat algo del hombre un tanto inseguro, ansioso por probar su hombría y su valor ante los demás.