Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos.
(Romans 5:6)
Porque difícilmente habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno.
(Romans 5:7)
Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
(Romans 5:8)
Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por Su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de El.
Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por Su vida.
(Romans 5:10)
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.
(Romans 5:11)
Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron.
(Romans 5:12)
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Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo.
(Ephesians 2:13)
Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,
(Romans 5:1)
Pero si andamos en la Luz, como El está en la Luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado.
(1 John 1:7)
En verdad les digo: el que oye Mi palabra y cree al que Me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación (a juicio), sino que ha pasado de muerte a vida.
(John 5:24)
A los que predestinó, a ésos también llamó. A los que llamó, a ésos también justificó. A los que justificó, a ésos también glorificó.
(Romans 8:30)
Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por Su vida.
(Romans 5:10)
Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús,
(Romans 3:24)
y esperar de los cielos a Su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, es decir, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
(1 Thessalonians 1:10)
Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu.
(Romans 8:1)
¿cuánto más la sangre de Cristo, quien por el Espíritu eterno El mismo se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo?
(Hebrews 9:14)
Y según la Ley, casi todo ha de ser purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón.
(Hebrews 9:22)
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad.
(Romans 1:18)