Nueva Biblia Latinoamericana
alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos. (Acts 2:47)
Cierto día Pedro y Juan subían al templo a la hora novena (3 p.m.), la hora de la oración. (Acts 3:1)
Y había un hombre, cojo desde su nacimiento, al que llevaban y ponían diariamente a la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban al templo. (Acts 3:2)
Este, viendo a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, les pedía limosna.
Entonces Pedro, junto con Juan, fijando su vista en él, le dijo: "¡Míranos!" (Acts 3:4)
El los miró atentamente, esperando recibir algo de ellos. (Acts 3:5)
Pero Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡anda!" (Acts 3:6)

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