Y había un hombre, cojo desde su nacimiento, al que llevaban y ponían diariamente a la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban al templo.
(Acts 3:2)Este, viendo a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, les pedía limosna.
(Acts 3:3)Entonces Pedro, junto con Juan, fijando su vista en él, le dijo: "¡Míranos!"
(Acts 3:4)El los miró atentamente, esperando recibir algo de ellos.
Pero Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡anda!"
(Acts 3:6)Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron fuerza,
(Acts 3:7)y de un salto se puso en pie y andaba. Entró al templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios.
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