Nueva Biblia Latinoamericana
Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida. (John 13:5)
Cuando llegó a Simón Pedro, éste Le dijo: "Señor, ¿Tú me vas a lavar a mí los pies?" (John 13:6)
Jesús le respondió: "Ahora tú no comprendes lo que Yo hago, pero lo entenderás después." (John 13:7)
¡Jamás me lavarás los pies!" Le dijo Pedro. "Si no te lavo, no tienes parte conmigo," le respondió Jesús.
Simón Pedro Le dijo: "Señor, entonces no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza." (John 13:9)
Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse, excepto los pies, pues está todo limpio; y ustedes están limpios, pero no todos." (John 13:10)
Porque sabía quién Lo iba a entregar; por eso dijo: "No todos están limpios." (John 13:11)

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John 13:8 - Cross Reference

En cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu cordón umbilical, ni fuiste lavada con agua para limpiarte; no fuiste frotada con sal, ni envuelta en pañales. (Ezekiel 16:4)
Pedro le dijo: "Aunque tenga que morir junto a Ti, jamás Te negaré." Todos los discípulos dijeron también lo mismo. (Matthew 26:35)
y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con Su sangre, (Revelation 1:5)
En aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para lavar el pecado y la impureza. (Zechariah 13:1)
Y él respondió: 'No quiero;' pero después, arrepentido, fue. (Matthew 21:29)
Jesús respondió: "En verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. (John 3:5)
Pedro Le respondió: "Aunque todos se aparten por causa de Ti, yo nunca me apartaré." (Matthew 26:33)
Y ahora, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando Su nombre.' (Acts 22:16)
para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, (Ephesians 5:26)
Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. (1 Corinthians 6:11)
Nadie los defraude de su premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, envanecido sin causa por su mente carnal, (Colossians 2:18)
Pero Jacob dijo: "Mi hijo no descenderá con ustedes. Pues su hermano ha muerto, y sólo él me queda. Si algo malo le acontece en el viaje en que van, harán descender mis canas con dolor al Seol (región de los muertos)." (Genesis 42:38)
Cuando llegó a Simón Pedro, éste Le dijo: "Señor, ¿Tú me vas a lavar a mí los pies?" (John 13:6)
Tales cosas tienen a la verdad, la apariencia de sabiduría en una religión humana, en la humillación de sí mismo y en el trato severo del cuerpo, pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne. (Colossians 2:23)
Y le respondí: "Señor mío, usted lo sabe." Y él me dijo: "Estos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. (Revelation 7:14)
Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sion y haya limpiado la sangre derramada de en medio de Jerusalén con el espíritu del juicio y el espíritu abrasador, (Isaiah 4:4)
Porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados. (Hebrews 10:4)
Y según la Ley, casi todo ha de ser purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón. (Hebrews 9:22)
Tomando aparte a Jesús, Pedro Lo reprendió: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso nunca Te acontecerá." (Matthew 16:22)
Entonces los rociaré con agua limpia y quedarán limpios; de todas sus inmundicias y de todos sus ídolos los limpiaré. (Ezekiel 36:25)
El nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, (Titus 3:5)
acerquémonos con corazón sincero (verdadero), en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura. (Hebrews 10:22)