Nueva Biblia Latinoamericana
Pero el ojo de su Dios velaba sobre los ancianos de los Judíos, y no les detuvieron la obra hasta que un informe llegara a Darío, y volviera una respuesta escrita tocante al asunto. (Ezra 5:5)
Esta es la copia de la carta que Tatnai, gobernador de la provincia al otro lado del río, y Setar Boznai y sus compañeros los oficiales que estaban al otro lado del río, enviaron al rey Darío. (Ezra 5:6)
Le enviaron un informe que estaba escrito así: "Al rey Darío, toda paz. (Ezra 5:7)
Sepa el rey que hemos ido a la provincia de Judá, a la casa del gran Dios, que está siendo edificada con piedras enormes y vigas empotradas en las paredes; y esta obra se adelanta con gran esmero y prospera en sus manos.
Entonces preguntamos a aquellos ancianos, y les dijimos así: '¿Quién les dio orden de reedificar este templo y de terminar este edificio?' (Ezra 5:9)
También les preguntamos sus nombres para informarle, y para dar por escrito los nombres de los hombres que eran sus jefes. (Ezra 5:10)
Y así nos respondieron: 'Somos los siervos del Dios del cielo y de la tierra, y estamos reedificando el templo que fue construido hace muchos años, el cual un gran rey de Israel edificó y terminó. (Ezra 5:11)

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Ezra 5:8 - Cross Reference

Cuando Jesús salía del templo, uno de Sus discípulos Le dijo: "Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!" (Mark 13:1)
Estos son los jefes de la provincia que habitaron en Jerusalén (en las ciudades de Judá cada cual habitó en su propiedad, en sus ciudades; los Israelitas, los sacerdotes, los Levitas, los sirvientes del templo, los descendientes de los siervos de Salomón. (Nehemiah 11:3)
para que puedan ofrecer sacrificios agradables al Dios del cielo y orar por la vida del rey y de sus hijos. (Ezra 6:10)
Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y dijo: "Sadrac, Mesac y Abed Nego, siervos del Dios Altísimo, salgan y vengan acá." Entonces Sadrac, Mesac y Abed Nego salieron de en medio del fuego. (Daniel 3:26)
Todo cuanto ordene el Dios del cielo, sea hecho con esmero para la casa del Dios del cielo, no sea que venga la ira contra el reino del rey y sus hijos. (Ezra 7:23)
Eran los días de Asuero (Jerjes), el rey Asuero que reinó desde la India hasta Etiopía sobre 127 provincias. (Esther 1:1)
Y envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia conforme a su escritura y a cada pueblo conforme a su lengua, para que todo hombre fuera señor en su casa y que en ella se hablara la lengua de su pueblo. (Esther 1:22)
Grande es el SEÑOR, y digno de ser alabado en gran manera, Y Su grandeza es inescrutable. (Psalm 145:3)
En verdad, su roca no es como nuestra Roca; Aun nuestros mismos enemigos así lo juzgan. (Deuteronomy 32:31)
Pero al fin de los días, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y recobré mi razón, y bendije al Altísimo y alabé y glorifiqué al que vive para siempre. Porque Su dominio es un dominio eterno, Y Su reino permanece de generación en generación. (Daniel 4:34)
Así dice Ciro, rey de Persia: 'El SEÑOR, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra, y El me ha designado para que Le edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá. (Ezra 1:2)
De parte mía se proclama un decreto de que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen delante del Dios de Daniel, Porque El es el Dios viviente que permanece para siempre, Y Su reino no será destruido Y Su dominio durará para siempre. (Daniel 6:26)
Estos son los hijos de la provincia que subieron de la cautividad, aquéllos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautivos y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad, (Nehemiah 7:6)
El rey habló a Daniel, y le dijo: "En verdad que su Dios es Dios de dioses, Señor de reyes y revelador de misterios, ya que tú has podido revelar este misterio." (Daniel 2:47)
Porque el SEÑOR su Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible que no hace acepción de personas ni acepta soborno. (Deuteronomy 10:17)
Estos son los hijos de la provincia que subieron de la cautividad, de los desterrados que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautivos a Babilonia y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad, (Ezra 2:1)
Me ha parecido bien declarar las señales y maravillas que ha hecho conmigo el Dios Altísimo. (Daniel 4:2)