Dicen: '¿Por qué hemos ayunado, y Tú no lo ves? ¿Por qué nos hemos humillado, y Tú no haces caso?' Pero en el día de su ayuno buscan su conveniencia Y oprimen a todos sus trabajadores.
(Isaías 58:3)Ayunan para discusiones y riñas, Y para herir con un puño malvado. No ayunen como hoy, Para que se oiga en lo alto su voz.
(Isaías 58:4)¿Es ése el ayuno que Yo escogí para que un día se humille el hombre? ¿Es acaso para que incline su cabeza como un junco, Y para que se acueste en cilicio y ceniza? ¿Llamarán a esto ayuno y día acepto al SEÑOR?
(Isaías 58:5)¿No es éste el ayuno que Yo escogí: Desatar las ligaduras de impiedad, Soltar las coyundas del yugo, Dejar ir libres a los oprimidos, Y romper todo yugo?
¿No es para que compartas tu pan con el hambriento, Y recibas en casa a los pobres sin hogar; Para que cuando veas al desnudo lo cubras, Y no te escondas de tu semejante?
(Isaías 58:7)Entonces tu luz despuntará como la aurora, Y tu recuperación brotará con rapidez. Delante de ti irá tu justicia; Y la gloria del SEÑOR será tu retaguardia.
(Isaías 58:8)Entonces invocarás, y el SEÑOR responderá; Clamarás, y El dirá: 'Aquí estoy.' Si quitas de en medio de ti el yugo, El amenazar con el dedo y el hablar iniquidad,
(Isaías 58:9)Otras publicaciones relacionadas con "Isaías 58:6":
Isaías 58:6 - Referencia Cruzada
Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, después que el rey Sedequías había hecho un pacto con todo el pueblo que había en Jerusalén para proclamarles libertad:
(Jeremías 34:8)Ustedes que aborrecen lo bueno y aman lo malo, Que le arrancan al pueblo la piel de encima Y la carne de sobre sus huesos;
(Miqueas 3:2)Entonces invocarás, y el SEÑOR responderá; Clamarás, y El dirá: 'Aquí estoy.' Si quitas de en medio de ti el yugo, El amenazar con el dedo y el hablar iniquidad,
(Isaías 58:9)También yo y mis hermanos y mis siervos les hemos prestado dinero y grano. Les ruego, pues, que abandonemos esta usura.
(Nehemías 5:10)Todos los que están bajo yugo como esclavos, consideren a sus propios amos como dignos de todo honor, para que el nombre de Dios y nuestra doctrina no sean blasfemados.
(1 Timoteo 6:1)