Nueva Biblia Latinoamericana
En las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta en Neftalí, y en sus ruinas alrededor, (2 Crónicas 34:6)
derribó también los altares y redujo a polvo las Aseras y las imágenes talladas, y destrozó todos los altares de incienso por todas las tierras de Israel. Después regresó a Jerusalén. (2 Crónicas 34:7)
En el año dieciocho de su reinado, cuando terminó de purificar el país y la casa (el templo), Josías envió a Safán, hijo de Azalía, y a Maasías, un oficial de la ciudad, y a Joa, hijo de Joacaz, escriba, para que repararan la casa (el templo) del SEÑOR su Dios. (2 Crónicas 34:8)
Ellos vinieron al sumo sacerdote Hilcías y le entregaron el dinero que había sido traído a la casa de Dios, y que los Levitas guardianes del umbral habían recogido de Manasés y de Efraín y de todo el remanente de Israel, y de todo Judá y Benjamín y de los habitantes de Jerusalén.
Entonces entregaron el dinero en manos de los obreros que estaban encargados de la casa del SEÑOR; y los obreros que trabajaban en la casa del SEÑOR lo usaron para restaurar y reparar la casa. (2 Crónicas 34:10)
Ellos a su vez les dieron dinero a los carpinteros y a los constructores para comprar piedra de cantería y maderas para las uniones, y hacer vigas para los edificios que los reyes de Judá habían dejado que se arruinaran. (2 Crónicas 34:11)
Los hombres hicieron el trabajo fielmente con estos capataces sobre ellos para dirigirlos: Jahat y Abdías, Levitas de los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulam, de los hijos de Coat, y de los Levitas, todos los que eran hábiles con instrumentos musicales. (2 Crónicas 34:12)

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2 Crónicas 34:9 - Referencia Cruzada

Ve al sumo sacerdote Hilcías para que cuente el dinero traído a la casa del SEÑOR, que los guardianes del umbral han recogido del pueblo, (2 Reyes 22:4)
Después el rey ordenó que el sumo sacerdote Hilcías y los sacerdotes de segundo orden y los guardianes del umbral, sacaran del templo del SEÑOR todas las vasijas que se habían hecho para Baal, para la Asera (deidad femenina) y para todo el ejército de los cielos, y los quemó fuera de Jerusalén en los campos del Cedrón y llevó sus cenizas a Betel (Casa de Dios). (2 Reyes 23:4)
Pasaron, pues, los mensajeros de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y de Manasés y hasta Zabulón, pero los escarnecían y se burlaban de ellos. (2 Crónicas 30:10)
Mientras ellos sacaban el dinero que habían traído a la casa del SEÑOR, el sacerdote Hilcías encontró el Libro de la Ley del SEÑOR dada por Moisés. (2 Crónicas 34:14)
Cuando todo esto había terminado, todos los de Israel que estaban presentes, salieron a las ciudades de Judá, despedazaron los pilares sagrados, cortaron las Aseras. También derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, y además en Efraín y Manasés, hasta acabar con todos ellos. Entonces todos los Israelitas volvieron a sus ciudades, cada cual a su posesión. (2 Crónicas 31:1)
Entonces el rey ordenó a Hilcías, a Ahicam, hijo de Safán, a Abdón, hijo de Micaía, al escriba Safán y a Asaías, siervo del rey: (2 Crónicas 34:20)
El escriba Safán informó también al rey: "El sacerdote Hilcías me ha dado un libro." Y Safán leyó de él en la presencia del rey. (2 Crónicas 34:18)
Y sucedía que siempre que el cofre era traído al oficial del rey por los Levitas, y cuando veían que había mucho dinero, entonces el escriba del rey y el oficial del sumo sacerdote venían, vaciaban el cofre, lo tomaban y lo volvían a su lugar. Así hacían diariamente y recogían mucho dinero. (2 Crónicas 24:11)
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten. (Filipenses 4:8)
Entonces Hilcías fue con los que el rey había dicho a la profetisa Hulda, mujer de Salum, hijo de Ticva, hijo de Harhas, encargado del vestuario. Ella habitaba en Jerusalén en el segundo sector, y hablaron con ella acerca de esto. (2 Crónicas 34:22)
También sus jefes contribuyeron con una ofrenda voluntaria al pueblo, a los sacerdotes y a los Levitas. Hilcías, Zacarías y Jehiel, oficiales de la casa de Dios, dieron a los sacerdotes 2,600 ovejas y 300 bueyes para las ofrendas de la Pascua. (2 Crónicas 35:8)
Pues una gran multitud del pueblo, es decir, muchos de Efraín y de Manasés, de Isacar y de Zabulón, no se habían purificado; no obstante, comieron la Pascua contrario a lo escrito. Porque Ezequías oró por ellos, diciendo: "Que el buen SEÑOR perdone (2 Crónicas 30:18)