Cuando los Arameos se alejaron de él (dejándolo muy herido), sus mismos siervos conspiraron contra él a causa de la sangre del hijo del sacerdote Joiada, y lo mataron en su cama. Joás murió, y lo sepultaron en la ciudad de David, pero no lo sepultaron en los sepulcros de los reyes. (2 Crónicas 24:25)

Estos son los que conspiraron contra él: Zabad, hijo de Simeat la Amonita, y Jozabad, hijo de Simrit la Moabita. (2 Crónicas 24:26)

En cuanto a sus hijos, los muchos oráculos contra él y la restauración de la casa de Dios, están escritos en la historia del Libro de los Reyes. Entonces su hijo Amasías reinó en su lugar. (2 Crónicas 24:27)

Amasías hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, aunque no de todo corazón. (2 Crónicas 25:2)

Y una vez afianzado el reino en su mano, mató a los siervos suyos que habían asesinado al rey su padre. (2 Crónicas 25:3)

Pero a sus hijos no les dio muerte, sino que hizo conforme a lo que está escrito en la ley en el Libro de Moisés, tal como el SEÑOR ordenó: "No se dará muerte a los padres por culpa de los hijos, ni se dará muerte a los hijos por culpa de los padres, sino que a cada uno se le dará muerte por su propio pecado." (2 Crónicas 25:4)