Tesoros inmarcesibles
Alberto González MuñozMi esposa y yo visitamos en el extranjero una casa maravillosa. Nunca antes habíamos visto una casa de familia así. No solo la edificación, majestuosa y con un diseño espectacular, sino los muebles, la decoración, los jardines y todas las facilidades proporcionan un lugar especial para vivir de una manera ideal.
Sus dueños, una familia evangélica a quienes conocemos y amamos profundamente, no por ostentación sino para mostrarnos cuánto Dios les había bendecido, nos enseñaron toda la residencia y explicaron cómo habían especificado sus preferencias durante su construcción. Ellos se ocuparon de cada detalle a fin de lograr la casa de sus sueños. ¡Y ciertamente lo lograron! Seguramente quienes pasan por el vecindario dónde está esa residencia reconocen que sus ocupantes son personas muy afortunadas, a quienes nada les falta y están realmente disfrutando de la vida. Nadie puede imaginar el inmenso dolor que les impide disfrutar a plenitud todo lo que tienen.