¿Relación o legalismo?
Faustino de Jesús Zamora VargasCristo nos ha prometido estar en nosotros al darnos una nueva vida con perspectivas eternas. Estar en Cristo significa que Él anhela vivir su vida a través de nosotros. Cristo es nuestra vida y andar en Él no puede ser nunca gravoso, si no el cristianismo no tendría mucho sentido. Si la vida en Cristo fuera una carga para vivirla. ¿Creen ustedes que Cristo hubiera derramado lágrimas de sangre en Getsemaní a sabiendas de que iba a morir en la cruz para que anduviéramos por este mundo “trabajados y cargados”? La muerte en la cruz fue para todo lo contrario. Dios no envió a su único hijo a morir por nosotros para que anduviésemos errantes por el mundo con un fardo voluminoso sobre nuestras espaldas. Somos nosotros mismos quienes a menudo nos fabricamos esquemas para cumplir con determinadas liturgias y ritos que a fuerza de hacerse costumbres suelen convertirse también en cargas que resultan difíciles de llevar: “tengo que levantarme a las 2 de la mañana para orar”, “debo leer 3 capítulos de la Biblia todos los días”, “todos los martes serán días de ayuno”, etc., etc.
No deberíamos ser cristianos de preceptos y rutinas religiosas que pueden convertirse en obstáculos para vivir a Cristo con total victoria y libertad. Las disciplinas espirituales que estamos comprometidos a ejercitar como cristianos deben fluir de manera natural de nuestro espíritu como consecuencia de nuestro celo e intimidad con el Cordero de Dios. Cuando estas disciplinas (orar, escudriñar la Palabra, predicar, ayunar, ministrar) se convierten en ritos y hábitos mecánicos que no emanan de una fluida comunión con el Rey de la Gloria, el día que por alguna razón no las podemos desarrollar, nos vemos a nosotros mismos como cristianos inconsistentes, frustrados e incapaces. Los ribetes legalistas que solemos añadirle a nuestras jornadas espirituales pueden arrebatarnos el gozo, limitar nuestras armas en la guerra espiritual y condenarnos a una suerte de acciones religiosas para nuestra autocomplacencia que no glorifican a Dios.