Reconociendo Su voz
Milagros García KlibanskyHace unos días, en espera del ómnibus, me puse a observar un perro callejero que permanece casi siempre en ese lugar. Caminaba de un lado a otro, se veía, como decimos en Cuba, "achurrado". Esto es sinónimo de enfermo, triste, abandonado, en fin, era la imagen de la desolación.
Pasó un rato y repentinamente su actitud cambió por completo, levantó sus orejas, irguió la cabeza y su cola comenzó a moverse vigorosamente, me asombró, ya que no hallaba la causa de esto, pero no pasó mucho tiempo para que el misterio me fuera revelado porque avanzando hacia él, un hombre le acarició la cabeza y le dio unas palmaditas en el lomo. El animal que antes mostraba un estado deplorable, ahora parecía lleno de vigor saltando y ladrando con alegría. ¡Su amo había llegado!