Mejor lejos sin perder el contacto
Milagros García KlibanskySon las 5:30 a.m., me levanto rápido pues el desayuno de mi hijo depende de mí, sé que no es un bebé, pero para mí la edad es relativa, con 20 años, mi bebé se tiene que ir para un curso y su madre garantiza que vaya servido.
6:00 a.m., Lo despierto, -Nina, un poco más, ven, acuéstate conmigo. ¡Con que gusto me tiro por unos minutos más!, pero no a dormir, trato de acomodarme de forma que pueda acariciar su cabeza, pero, no puedo tan cerca de él, debo alejarme para que mi mano repose cómodamente y pueda ser grato a mi hijo el gesto de amor que le regalo.