En última instancia, el verdadero éxito en la vida debe medirse en términos de significancia personal. Hasta donde puedes determinar, ¿cuánto impacto está teniendo tu vida? ¿A cuántas personas estás afectando positivamente? ¿Qué defectos y limitaciones personales has logrado superar a lo largo de tu carrera en la tierra? ¿En qué formas tu vida glorifica a Dios y refleja Sus atributos y carácter?
Preguntas de este tipo son las que debemos hacernos cuando tratamos de medir el éxito que verdaderamente hemos alcanzado en el mundo. Acumular grandes cantidades de dinero o no, alcanzar la cima de nuestra profesión o adquirir fama o gran prestigio social es totalmente secundario. No es que estas cosas sean despreciables o que no importen. Se trata, sencillamente, de que no son lo más importante cuando tratamos de medir el significado de nuestras vidas.
Dios mide la grandeza de un individuo en términos del tamaño de su corazón, la calidad de su ser interior - su capacidad para amar, dar, hacerse frágil o tener compasión de los demás. Cuando Dios visita a los hombres para examinar su valor no mira el tamaño de su cuerpo, lo atractivo de su rostro, sus destrezas atléticas o su nivel social. ¡Me imagino que ni siquiera mira su nivel de inteligencia, los logros que hayan alcanzado o el grado de cultura que hayan adquirido! Busca, estoy seguro, el verse reflejado en ellos. ¿En qué grado expresan la belleza de Su santidad? ¿Hasta qué punto han logrado incluir en el perfil de su personalidad las cualidades de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza? ¿Cuánto lo aman y anhelan agradarlo?
La Biblia nos aclara que “Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. 2 Crónicas 16:9 declara: “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él”. Cuida tu corazón “porque de él mana la vida”. Asegúrate que cuando Dios lo mire se agrade de lo que encuentre. Si logras esto, entonces habrás alcanzado el verdadero éxito.
Ver también parte 1 de esta meditación sobre el exito: "
El verdadero éxito - ser conformados a la imagen de Jesucristo"