Porque miren, ¡qué solicitud ha producido esto en ustedes, esta tristeza piadosa, qué vindicación de ustedes mismos, qué indignación, qué temor, qué gran afecto, qué celo, qué castigo del mal! En todo han demostrado ser inocentes en el asunto.
(2 Corinthians 7:11)Así que, aunque les escribí, no fue por causa del que ofendió, ni por causa del ofendido, sino para que la solicitud de ustedes por nosotros les fuera manifestada delante de Dios.
(2 Corinthians 7:12)Por esta razón hemos sido consolados. Y aparte de nuestro consuelo, mucho más nos regocijamos por el gozo de Tito, pues su espíritu ha sido confortado por todos ustedes.
(2 Corinthians 7:13)Porque si en algo me he jactado con él acerca de ustedes, no fui avergonzado, sino que así como les hemos dicho todo con verdad, también nuestra jactancia ante Tito resultó ser la verdad.
Y su amor hacia ustedes abunda aún más al acordarse de la obediencia de todos ustedes, y de cómo lo recibieron con temor y temblor.
(2 Corinthians 7:15)Ahora, hermanos, les damos a conocer la gracia de Dios que ha sido dada en las iglesias de Macedonia.
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Mucha es mi confianza en ustedes. Tengo mucho orgullo de ustedes. Lleno estoy de consuelo y sobreabundo de gozo en toda nuestra aflicción.
(2 Corinthians 7:4)Pero Dios, que consuela a los deprimidos, nos consoló con la llegada de Tito;
(2 Corinthians 7:6)Pues conozco su buena disposición, de la cual me alegro por ustedes ante los Macedonios, es decir, que Acaya ha estado preparada desde el año pasado. El celo de ustedes ha estimulado a la mayoría de ellos.
(2 Corinthians 9:2)Por tanto, muéstrenles abiertamente ante las iglesias la prueba de su amor, y de nuestra razón para jactarnos respecto a ustedes.
(2 Corinthians 8:24)Por lo cual nosotros mismos hablamos con orgullo de ustedes entre las iglesias de Dios, por su perseverancia (firmeza) y fe en medio de todas las persecuciones y aflicciones que soportan.
(2 Thessalonians 1:4)Pues aunque yo me gloríe más todavía respecto de nuestra autoridad, que el Señor nos dio para edificación y no para la destrucción de ustedes, no me avergonzaré,
(2 Corinthians 10:8)